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Ernesto Aroche Aguilar

“Las drogas no se combaten, las drogas no se extinguen, los hábitos de consumo, producción y comercialización no se acaban, es una falacia quienes hablan de ‘vamos a acabar con las drogas’, no, eso no es posible. Lo que hay que hacer es controlar las drogas y para hacer eso se necesita un programa de carácter integral con un fortísimo acento en la prevención, tema que estos últimos tres gobiernos (federales) tienen totalmente abandonado”.

Esas críticas y esas afirmaciones fueron lanzadas ayer por el fundador del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Jorge Carrillo Olea, durante la charla que sostuvo con estudiantes de la Universidad Iberoamericana (UIA) titulada “La guerra contra el narco, realidades y alternativas”.

El también responsable de la creación de la Comisión para la Atención contra los Delitos de la Salud en la Procuraduría General de la República (PGR), aseguró que la estrategia impulsada por Calderón de declararle “la guerra al narcotráfico” y a los grupos de la delincuencia organizada no solo ha resultado fallida sino que incluso se tomó sin analizar previamente el escenario.

“Yo creo que históricamente esto quedará registrado como uno de los grandes errores que hayan cometido las administraciones federales. No recuerdo que haya habido gobiernos (previos) que cometan un error de apreciación y valoración tan grandes como el que cometió el presidente Calderón el 10 de enero de 2007”.

“A los 40 días de ser presidente lanza esta guerra sin haber consultado a nadie. No se consultó a expertos o al Ejército. No se consultó a la marina ni a la procuraduría. No se consultó a las organizaciones internacionales que algo podría decir en la materia, y me atrevo a decir que todos le hubieran dicho: no, no lo haga. ¿Y por qué no lo haga? Porque no conoce usted ni la potencialidad de sus instituciones, no sabe que tan fuertes o que tan débiles son, pero además tampoco sabe cual es la fortaleza y la capacidad de respuesta y desarrollo de las fuerzas que está tratando de destruir”.

A pesar de todo ello, apuntó Carrillo Olea, Calderón inició una guerra que lleva ya más de 28 mil muertos.

“Y se inició la guerra con la asesoría de dos personas, una dama y un caballero, muy joven él (Juan Camilo Mouriño) que no sabían nada de la materia, pero que le prometieron al presidente de la República que en dos años se habría acabado el narcotráfico en México, en dos se habría acabado la guerra”.

El ex gobernador del vecino estado de Morelos también explicó que la decisión de Calderón de lanzarse a la guerra se tomó como parte de una estrategia de legitimación para tratar de paliar cuestionado proceso electoral que lo erigió presidente de la República.

Sostuvo además que la “pésima estrategia” de comunicación que ha aplicado el gobierno federal en su guerra contra las drogas ha permitido que florezcan tesis tan disímbolas como que se pudiera estar fraguando el intento de provocar las condiciones de una dictadura militar o incluso que el gobierno federal esté trabajando para fortalecer el cartel de Sinaloa comandado por el Chapo Guzmán.

Explicó además que su propuesta de “controlar a las drogas” antes que pensar en erradicarlas no contempla la negociación con los grupos del crimen organizado, sino de tratar de controlar el consumo y la producción desde una óptica de salud y prevención, ofreciendo incluso alternativas de cultivo a los campesinos que están sembrando mariguana y amapola. 

En Puebla sí pasan cosas

Cuestionado al finalizar su charla, sobre la situación que se vive en Puebla derivado de las recientes detenciones de integrantes de cárteles como Sergio Enrique Villareal, “El Grande”, o Gonzalo Ceresano, el “Zeta-18”, ponen de manifiesto que en el estado contrario al discurso oficial, “sí pasan cosas”.

“Decir que en Puebla no pasa nada es una afirmación muy aventurada, me da mucha preocupación que sí esta pasando y ya comenzamos a ver brotes. Hay que estar alertas porque en todo el país están pasando cosas, y Puebla no está exenta”.

Y recordó el caso de Cuernavaca que de ser lugar de descanso para capos de la delincuencia organizada pasó a ser escenario de confrontaciones por el control del estado.

Por último, alertó que es posible con el cambio de gobierno “los integrantes del grupo organizado intentarán calar a los nuevos gobernantes y dependerá de la respuesta que se les de lo que pasé en adelante”.