• Los organismos empresariales más importantes del estado concentran a más de 8 mil afiliados

Ernesto Aroche Aguilar

Los cinco organismos empresariales más importantes del estado concentran más de 8 mil afiliados, cuyos destinos, política y demás menesteres son dirigidos y controlados por pocas familias. Apenas poco más de 10 familias poblanas de origen español y libanés son las que a lo largo de los años han mantenido la hegemonía cupular entre el empresariado.

Al revisar la lista de presidentes y ex presidentes de las principales cámaras –Centro Empresarial de Puebla (Coparmex), Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), Cámara de la Industria de la Construcción (CMIC), Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Cámara de la Industria Textil en Puebla, Asociación de Empresarios Textiles de Puebla– los apellidos se repiten en todos los organismos, y son dominados básicamente por españoles y por familias libanesas.

Según Alicia Tecangüey, investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSH) de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), que ha trabajado sobre el estudio de las élites políticas en Puebla, los grupos de poder demuestran su hegemonía por su capacidad de reproducción.

En las cúpulas empresariales el poder se adquiere con dificultad, pero una vez que se tiene acceso a él, se hereda. Los hijos de los empresarios que han formado parte del consejo o todos aquellos con algún lazo consanguíneo o familiar tienen la puerta abierta, afirma uno de los entrevistados para la realización de este trabajo que pidió, como casi todos, el anonimato.

Pablo Rodríguez Posada, quien ya había sido presidente de la Canaco y hermano del actual presidente del CCE y ex presidente de la Coparmex (1986-1987) Juan José Rodríguez Posada, llegó a la dirigencia del sindicato patronal en el periodo 1997-1998, gracias al apoyo de otro ex presidente de ese órgano cupular, José Antonio Sánchez Díaz de Rivera, quien encabezó a la Coparmex entre 1990 y 1992 y está casado con una de las hermanas de los Rodríguez Posada.

Y la misma historia se repite en la CMIC, en donde el control, al menos en los últimos años, ha sido ejercido por dos familias cuyas cabezas más visibles son, por un lado. José Antonio Quintana Fernández, señalado como artífice en Puebla de El Yunque y miembro fundador del Frente Universitario Anticomunista (FUA) junto con Ramón Plata Moreno, y por el otro, Jorge Espina Reyes.

Quintana Fernández, además de ser considerado santón e ideólogo de la ultraderecha, logró mantener el control de la CMIC mediante su yerno, José Antonio Escalera, actual vicepresidente de la Coparmex, y a quien ya perfilan como posible sucesor de Luis Mora Velasco, y Juan Escutia, yerno de Manuel Díaz Cid, miembro fundador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), y también ideológo conservador que aceptó públicamente su pertenencia a El Yunque.

El segundo, Espina Reyes, además de dirigir a los empresarios durante el sexenio de Manuel Bartlett, al que se mantuvo ligado hasta la llegada a la presidencia municipal del panista Gabriel Hinojosa Rivero, y dirigir la Coparmex a nivel nacional, colocó a la cabeza de la CMIC a un sobrino político suyo: Antonio Adame Sosa, egresado de la Escuela de Arquitectura de la UPAEP y quien comparte la vida matrimonial con Mari Nati Puelles Espina, hermana del ex diputado Felipe Puelles Espina.

Adame Sosa también fue vocal del CCE en Puebla entre 2002 y 2004 y primer vicepresidente de la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría Delegación Puebla en el mismo periodo.

En el proceso de elección a la presidencia que ya se avecina en la CMIC son dos los contendientes. Uno de ellos pertenece a una de las estirpes más antiguas entre los empresarios poblanos, los García Teruel: Claudio Valdés García Teruel, que dirige la compañía Constructores Unidos de Puebla; el otro, Alberto Ramírez y Ramírez, quien encabeza la vicepresidencia del sector Industria, Comercio y Turismo.

Las familias custodias

Las familias españolas han llegado a Puebla a “hacer las Américas” en diferentes momentos y por razones diversas, pero, de acuerdo con la historiadora y también integrante del ICSH, Leticia Gamboa, son básicamente dos los momentos para los grupos que han logrado el control de la industria textilera, la base económica del estado al menos hasta 1970, cuando la llegada de la empresa armadora Volkswagen transformó la correlación de fuerzas.

La primera oleada se dio en 1870 aproximadamente, “la segunda más importante se registró alrededor de los años 30 y 40, cuando se renovó y se diversificó con una reestructuración total”; es también en esos años cuando se genera un “esguince ideológico” (sic) entre esos grupos, cuando aquéllos más cercanos al pensamiento conservador y partidarios de la dictadura franquista se acercan al entonces naciente Partido Acción Nacional (PAN), mientras una minoría pragmática mantiene la relación con el organismo hegemónico del poder político: Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Es también por esos años cuando comienza la llegada de las familias libanesas a Puebla, que consiguen adaptarse fácilmente a la cerrada sociedad poblana gracias a dos elementos muy importantes: se trata de migrantes que profesan la religión católica y se insertan en el aparato productivo de la economía local, basada, como ya se señaló, en la industria textil, a través de la producción de prendas de punto, sector “menospreciado” por los grandes empresarios de origen español, sostuvo la investigadora.

Ante la llegada de los libaneses, un grupo de familias conformó lo que se conocerá como las familias custodias; es decir, aquéllas que por tradición debían mantener el control de la industria textil ante el embate de los “extraños”. Entre éstos se menciona a los Couttolenc, los Regordosa y los González Cobián.

Aunque al final los libaneses lograron posicionarse e imponerse dentro del ramo textil, gracias a la ayuda de su cercana relación con los actores políticos emanados del partido en el poder. Ejemplo de esto es la cercana relación reconocida por el propio mandatario estatal, Mario Marín Torres, aunque minimizada luego del escándalo que lo involucró con Kamel Nacif Borge a partir del 14 de febrero.

Hasta el momento el manejo de las cámaras que involucran a la industria textil están controladas por familias y apellidos de origen libanés: los Kuri, los Chedraui y los Yitani, aunque en las últimas fechas también han logrado la dirección de la Canacintra con Yraclis Psihas Valdés y Charles Mtanous Abboud, y algunos puestos de poder en la Canaco con José Ernesto Yitani Damián, lo que supuso un enfrentamiento político entre las dos fracciones: españoles y libaneses.

Usualmente en la Canaco, señala uno de sus integrantes, se registran exclusivamente planillas de unidad; cuando fue el momento de que Yitani buscara la presidencia de la cámara se registraron dos planillas, además de los conflictos que enfrentó durante su periodo con el ex presidente de la capital poblana Luis Paredes Moctezuma, quién llegó a acusarlo de que llenaría a ese organismo de árabes.

Derecha, centro derecha y ultraderecha

La cercanía ideológica de los empresarios de origen español con el franquismo los colocó del lado de la derecha más radical; no es gratuito que se coloque a Puebla como cuna de la ultraderecha y de El Yunque.

La historia de El Yunque, que ha circulado en los medios y en algunos libros periodísticos, coloca a José Plata Moreno como el artífice de esa organización secreta y de ultraderecha. También en Puebla se gestó un grupo de choque entre jóvenes universitarios conocido como el Frente Universitario Anticomunista, que en su momento encabezó el también ex presidente de la Canaco en el estado, Paredes Moctezuma.

La Coparmex ha sido el otro bastión de la ultraderecha poblana coptada además por unas cuantas familias: los Rodríguez Regordosa; unión de los herederos de los Regordosa Valenciana (quienes en su momento han encabezado al CCE y a la Canacintra) y los Rodríguez Concha, familia fundadora de la UPAEP y de El Yunque; la familia Pellico, lo mismo que los Solana, con presencia constante además en la Canaco y la Canacintra, los García Teruel y los Rodríguez Posada (sin relación familiar con los otros Rodríguez), las familias Sierra Michelena (cuyo patriarca Rogelio dio un vuelco político en los últimos meses al pasar del rechazo al apoyo incondicional al gobierno marinista) y los Del Castillo, cuyo heredero, Javier del Castillo Sierra, ya se ha colocado dentro de los círculos más cercanos a la dirección de ese organismo.

La CMIC, como ya se señaló, ha jugado un papel de mayor cercanía con el poder político, lo mismo que las cámaras textiles y de confección, cuando éstas han sido encabezadas por las familias de origen libanés.

Por su parte, el Consejo Coordinador Empresarial ha fluctuado entre el centro derecha y la ultra- derecha, según convenga a los intereses del momento. Ejemplo más claro de esto es el actual líder estatal, Juan José Rodríguez Posada, quien, además de concebirse como “católico profundo”, no ha tenido empacho en negociar directamente con el gobernador Mario Marín, a pesar de las críticas que se lanzaron desde ese organismo a raíz del Maringate, para mantener el control de los recursos que genera el Impuesto sobre la Nómina y que son administrados por el Consejo para el Desarrollo Industrial Comercial y de Servicios, en donde tienen representatividad los líderes de las principales cámaras empresariales